Comprar en cracks y mantener indefinidamente
Es una variante de las estrategias Comprar un índice amplio mediante compras discrecionales y mantener indefinidamente y Formar una cartera de valores a largo plazo con compras discreccionales.
Esta variante consiste en comprar (ETF's, fondos de inversión, valores) únicamente cuando se produzca un crack en el mercado. Es una forma de asegurarse la compra a buenos precios, ya que en momentos de miedo extremo las empresas sólidas están baratas. Si se compran acciones directamente deben ser las de máxima calidad y solidez, no empresas en dificultades.
Para decidir el momento concreto de la compra es bueno utilizar herramientas como el análisis fundamental, el análisis técnico y las velas japonesas, utilizados de forma independiente o conjunta. A pesar de ello y siendo realistas es prácticamente imposible acertar con el mínimo de un crash bursátil, por lo que una buena solución de compromiso es la diversificación temporal.
En caso de que alguna de las empresas que se tienen en cartera sufra un deterioro permanente, grave e irreversible de su negocio debe venderse.
En cuanto a la salida de la estrategia depende del producto que se haya utilizado. Si se han escogido los fondos de inversión antes o después habrá que vender si se quiere disfrutar de ese dinero, lo cual representa un problema de difícil solución (ver comentarios al respecto en “Comprar un índice amplio a intervalos regulares de tiempo”). En el caso de los ETF's y las acciones se pueden destinar los dividendos al consumo y no vender las acciones en ningún momento). Lógicamente los ETF's y las acciones también se pueden vender cuando se desee, con las mismas dificultades comentadas en el caso de las venta de los fondos de inversión.
Mientras el inversor espera a que se produzca un crack en el mercado debe mantener el dinero en renta fija, teniendo en cuenta que lo más probable es que pasen bastantes años entre un crack y el siguiente.
Esta estrategia asegura entrar a buenos precios, pero en ocasiones es más rentable no esperar a que se produzca un crack para comprar. Por ejemplo, en 1989 el BBVA hizo un máximo en 1,50 euros para caer posteriormente hasta marcar un mínimo de 0,70 euros en 1992. En los años siguientes la cotización subió de forma paultina hasta el crack de 1998, donde el BBVA marcó un mínimo en 6 euros. Habría sido más rentable comprar en la primera mitad de los noventa a 2, 3, 4 ó 5 euros que esperar al crack del 98. Y no sólo más rentable sino también mucho más fácil, ya que como se ha comentado antes es prácticamente imposible comprar en el mínimo de una caída, por lo que precios de compra de 7-8 euros en el crack del 98 ya se considerarían muy buenos precios de entrada y no todos los inversores los conseguirían. También hay que tener en cuenta los dividendos que se cobran durante todo el tiempo que se poseen las acciones y que son decisivos para la rentabilidad final.