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El hecho de que a la hora de comprar/vender un futuro sólo haya que depositar un porcentaje del nominal de la operación como garantía es lo que permite la posibilidad de apalancarse con los futuros. Este apalancamiento, cuando no se controla, es el causante de las grandes pérdidas en que se puede incurrir al operar con futuros y la causa de que sean considerados como un instrumento peligroso.
Pero este apalancamiento es totalmente controlable por cada inversor, por lo que nadie corre más riesgos que los que desea. Los futuros no son peligrosos, los que pueden ser peligrosos son los inversores / traders que operan con futuros.
Supongamos que los futuros sobre el Banco Santander cotizan a 15,10 euros, por lo que el nominal de 1 contrato de futuros (1 contrato = 100 acciones) sobre acciones del Banco Santander es de 1.510 euros (15,10 x 100 = 1.510). Si un inversor dispone de 1.510 euros en efectivo y compra 1 contrato de futuro sobre el Santander está corriendo exactamente el mismo riesgo que si comprara 100 acciones del Banco Santander. Ni más, ni menos. Por 1 contrato le pedirían unas garantías de 226,50 euros y el resto del dinero (1.510 – 226,50 = 1.283,50 euros) lo podría colocar en un depósito a 1 día, ante la posibilidad de que la cotización del Banco Santander caiga y tenga que depositar garantías adicionales. Como vemos, el riesgo está perfectamente controlado y es exactamente igual al de una compra de acciones normal y corriente del Banco Santander.
El apalancamiento consiste en comprar contratos de futuros por un importe nominal superior a la cantidad de dinero de la que disponemos realmente. En este ejemplo, el inversor tendría dinero suficiente para comprar 6 contratos de futuros sobre el Santander, ya que le exigirían un total de 1.359 euros (226,50 x 6 = 1.359) como garantías y aún le “sobrarían” 151 euros (1.510 – 1.359 = 151). Pero en este caso se está corriendo un riesgo altísimo, ya que se está invirtiendo como si se tuvieran 9.060 euros (6 x 100 x 15,10 = 9.060) en lugar de los 1.510 de los que se dispone realmente.
Si el futuro del Santander sube a 17,60 se habrá obtenido un beneficio de 1.500 euros (17,60 – 15,10 = 2,50; 2,50 x 6 x 100 = 1.500). La rentabilidad obtenida sobre los 1.510 euros que tenemos realmente es prácticamente del 100%. Si sólo hubiéramos comprado 1 contrato el beneficio habría sido el mismo que si hubieramos comprado 100 acciones; 2,50 x 1 x 100 = 250 euros.
El problema es que el futuro baje, por ejemplo a 12,6 euros. En ese caso la pérdida será de 1.500 euros (15,10 – 12,60 = 2,50; 2,50 x 6 x 100 = 1.500), prácticamente el 100% de nuestro capital, lo que supondría la ruina total. Ruina que estaría causada por la imprudencia del inversor, no por los futuros en sí. El broker y el mercado en que se negocian los futuros nos obligarían a cerrar la posición en ese momento y aunque justo despues el Santander comenzara a subir ya no tendríamos ninguna posibilidad de recuperar nuestro dinero. Sin embargo, el inversor que compró 1 solo contrato tendría que afrontar una liquidación de pérdidas por la caída de la acción (exactamente igual a la pérdida teórica del comprador de 100 acciones) y seguiría dentro del mercado. Si el Santander se recupera y sube el beneficio obtenido, y el riesgo corrido, habrá sido igual al del comprador de 100 acciones del Banco Santander.
El apalancamiento es algo que se puede controlar. En el ejemplo anterior se utilizó un apalancamiento de 6 (9.060 / 1.510 = 6), pero tambien pueden utilizarse apalancamientos más bajos como 3, 2, o incluso fracciones como 1,1 (por ejemplo, tener 10.000 euros e invertir como si tuviéramos 11.000). Cuanto más bajo sea el apalancamiento menor es el riesgo. Un apalancamiento de 1 tiene un riesgo exactamente igual que la compra de acciones normal y corriente.
Como hemos visto aquí el riesgo de un comprador de futuros está perfectamente delimitado, pero el riesgo del vendedor es distinto y en teoría sí es ilimitado.