Las mentiras de la crisis: “La austeridad impide el crecimiento”
Es evidente que si todo el mundo reduce su consumo a la vez la economía va a sufrir un deterioro muy importante, porque ese parón de la actividad hará que muchas personas pierdan sus empleos, sea más difícil pagar las deudas acumuladas, etc.
Sería una situación nefasta para la economía, ya que lo único que haría es agravar la situación y aumentar los problemas, no reducirlos. Es evidente.
Tan evidente que nadie propone algo así.
Cuando se pide austeridad se habla, siempre, de austeridad del sector público. No de austeridad “en general”, para todo el mundo.
Es decir, lo que se pide es que la casta política reduzca su nivel de corrupción y baje de forma significativa el inmoral nivel de impuestos que la población sufre desde hace décadas. Es evidente que el dinero público se gasta mal, en unos casos por inefiencia y dejadez (“qué más da”) y en otros por corrupción pura y dura.
Por tanto, las administraciones públicas deben gastar el mínimo imprescindible para el funcionamiento de los servicios básicos, y dejar que el resto de la riqueza creada permanezca en manos de aquellos que la han creado, ciudadanos y empresas. Y que, por tanto, son sus legítimos dueños y son los que tienen la capacidad intelectual, la motivación y la legitmidad moral para gastar o invertir esa riqueza de una forma eficiente y eficaz. Como mejor estime cada uno, que para eso es el dueño de la riqueza que ha creado.
Es bueno, muy bueno, que el sector privado gaste dinero, en aquello que cada uno desee.
Pero es malo, muy malo, que el Estado quite a los ciudadanos la mayor parte de la riqueza que generan para desperdiciarla de forma miserable.
La austeridad de las administraciones públicas, por tanto, no debe ser algo temporal hasta que pase la crisis, sino algo permanente y estructural, que debe mantenerse de forma indefinida. Porque eso hace que haya más dinero en manos del sector privado, y que esa mayor cantidad de dinero en manos privadas se utilice de forma eficiente y genere más riqueza.
Por tanto, la austeridad del sector público es una de las cosas que más impulsan el crecimiento de la economía.
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