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Esta estrategia es muy similar a la de Formar una cartera de valores a largo plazo con compras a intervalos regulares. La única diferencia está en que el inversor elige siempre el momento de la compra.
La elección entre estas 2 estrategias depende de los conocimientos y experiencia del inversor. Eligiendo los momentos de compra se puede obtener una rentabilidad superior que con la estrategia de compras a intervalos regulares, pero es más complicada de llevar a cabo en la práctica. Uno de los riesgos que se corre es el de no elegir bien esos momentos de compra y perderse subidas importantes o invertir una gran parte de la liquidez disponible antes de caídas significativas.
Para tomar las decisiones de compra se deben utilizar el análisis fundamental, el análisis técnico y las velas japonesas, mejor si es de forma combinada.
El inversor que opte por elegir los momentos de compra debe ser capaz de dominar la codicia y el miedo porque estos son 2 de los principales obstáculos de esta estrategia.
Los mejores resultados se obtienen cuando se invierte a muy largo plazo, pero esta estrategia puede utilizarse en plazos más cortos, siempre dependiendo de los conocimientos del inversor.