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Por la liquidez.
Cuando se compra un Bono del Tesoro a 10 años se está haciendo un préstamo al Estado durante 10 años. Es decir, hasta dentro de 10 años el Tesoro no nos devolverá el dinero que le prestamos. Si necesitamos el dinero antes de que pasen los 10 años podremos vender el Bono en el mercado secundario a cualquier otro inversor que nos lo quiera comprar, pero en ese caso no tenemos asegurado que vayamos a recibir por el Bono lo mismo que pagamos por él.. A ese otro inversor que nos ha comprado el Bono el Estado no le reembolsará el dinero prestado (los intereses sí se van cobrando periódicamente) hasta que no pasen los 10 años.
Esto quiere decir que si invertimos el dinero a 10 años y necesitamos el dinero antes podemos perder dinero.
La alternativa es invertir en plazos más cortos, como las Letras del Tesoro a 1 año, por ejemplo. Cuanto más corto sea el plazo menos tiempo tardaremos en recuperar nuestro dinero. Pero por contra aquel al que se lo hemos prestado (el Estado en este caso) tiene que devolvérnoslo antes y eso dificulta su planificación financiera a largo plazo.
Todo tiene un coste, si queremos tener una liquidez mayor tendremos que aceptar una rentabilidad inferior. Y al revés, si corremos más riesgos y prestamos el dinero durante un plazo de tiempo más largo podremos exigir una rentabilidad superior.
El diferencial de rentabilidad entre las Letras del Tesoro y los Bonos a 10 años no es algo fijo. Ambos activos cotizan diariamente en el mercado y su diferencial de rentabilidad aumenta o disminuye constantemente en función de las preferencias de los inversores en cada momento por la rentabilidad a largo plazo (Bonos) o la liquidez (Letras).
La rentabilidad de los Bonos del Tesoro a 2 y 5 años se sitúa entre las Letras del Tesoro y los Bonos a 10 años, siguiendo la misma regla de a mayor liquidez menor rentabilidad.