Liberalización de la economía
La riqueza la crean las personas, no los Estados. Por tanto, debe procurarse que los Estados reciban la menor cantidad de dinero posible, para que los individuos retengan la mayor parte su dinero y puedan generar riqueza con él y aumentar el número de puestos de trabajo, lo que a su vez volverá a provocar un nuevo aumento de la riqueza. Los Estados actuales son extremadamente ineficientes. Reciben cantidades inmensas de dinero de los particulares y las malgastan, destruyendo parte de la riqueza que generaron los particulares que pagaron sus impuestos y perdiendo la oportunidad de generar riqueza nueva.
Lo mejor que pueden hacer los Estados es privatizar todo lo privatizable (empresas, pensiones, seguridad social, educación, etc.) y realizar las tareas que les son propias (seguridad, defensa, justicia y poco más) con la mayor eficacia y eficiencia posible, como es su obligación aunque actualmente no la cumplan.
La privatización de empresas públicas supone al principio una destrucción de puestos de trabajo, pero a largo plazo provoca la creación de más puestos nuevos de los que se destruyeron. Un buen ejemplo es la privatización de Telefónica de España y la liberalización parcial del sector de las telecomunicaciones. Telefónica eliminó muchos puestos de trabajo al principio, pero actualmente trabajan muchas más personas en el sector de las telecomunicaciones en España (Telefónica, Amena, Ono, Vodafone, Wanadoo, Ya.com, The Phone House, descargas a móviles, tiendas de accesorios, etc.) que cuando Telefónica pertenecía al Estado.
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