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Globalización

La globalización no consiste en niños asiáticos cosiendo balones durante 18 horas al día para que jueguen los niños occidentales.
Creo que la globalización es una de las mejores cosas que le ha pasado a la Humanidad a lo largo de la Historia. El “problema” es que es un cambio tan grande que no va a ser fácil adaptarse. Hay gente que puede salir perjudicada a corto plazo, pero en general está siendo, y cada vez más, extremadamente beneficiosa para todos, especialmente para los más pobres. De hecho creo que es lo que más gente ha sacado y sacará de la pobreza.
Los medios de comunicación llevan 20 años hablando de los asiáticos que trabajan 18 hora al día sólo por la comida, pero lo que no cuentan es que las primeras zonas en las que instalaron fábricas en esas condiciones han mejorado mucho su nivel de vida y las condiciones de trabajo. Ahora instalan las fábricas en otras zonas a las que no había llegado la globalización y con el tiempo no quedarán sitios en los que la gente trabaje 18 horas al día por la comida, pero será gracias al capitalismo, la globalización y el liberalismo económico, no a las ONG. A las multinacionales les gustaría venderle un Porsche y un televisor de plasma de última generacióna a cada africano o asiático que ahora mismo no tiene ni para comer
Cuando una multinacional pone una fábrica en una zona en la que no había llegado la globalización y contrata a 100 niños para trabajar 15 horas, hay 100 niños menos prostituyéndose, robando y dándose de navajazos con los de la banda rival. Y viviendo en mejores condiciones que antes de llegar la multinacional, aunque a los occidentales nos sigan pareciendo muy malas.
También hay que tener en cuenta que, gracias a la globalización, en Europa se han creado muchos puestos de trabajo y profesiones que antes no existían. No hay más que comparar el número de puestos de trabajo (consultas, editoriales, academias, tiendas, restaurantes, proveedores, importadores, etc.) que hay actualmente y el que había en los años 60 ó 70 en occidente relacionados con disciplinas orientales como masajes, yoga, medicinas naturales, acupuntura, técnicas de relajación, gastronomía, fen tsui, etc.
En los 70 y principios de los 80 cualquier aparato electrónico era muy caro y la gente se los encargaba a conocidos que iban a Andorra o Canarias para conseguirlos más baratos. Ahora son mucho más baratos, hay muchísima más variedad y se venden como churros. Actualmente hay en España muchísimas más tiendas (que, necesitan ser atendidas, limpiadas, reformadas, decoradas, aprovisionadas, etc.), transportistas, recicladores, importadores, programadores de videojuegos, etc de los había en los 70. No todo es fabricar los aparatos electrónicos.
La diferencia entre Sudamérica y el sudeste asiático es que en Sudamérica se han resistido todo lo que han podido a la globalización y en el sudeste asiático la han aceptado mejor que nadie y es la parte del mundo en la que más se ha reducido la pobreza, con una diferencia abismal sobre Sudamérica.
Uno de los argumentos típicos que se dan en contra de la globalización es que en los países emergentes pagan muchos menos impuestos que en los países occidentales, lo cual supone una competencia desleal contra la que no podemos competir. Personalmente lo veo al revés. El problema es que los impuestos en occidente son altísimos y posiblemente la globalización obligará a los gobernantes y buróicratas occidentales a reducir el tamaño de los Estados para bajar los gastos (y los impuestos) al mínimo y poder mejorar la competitividad de occidente.
Si los Estados occidentales reorganizaran sus tareas administrativas con los criterios de racionalidad y eficiencia propios de cualquier empresa, como es su obligación, podrían reducir sus gastos a una cuarta o quinta parte de los actuales como mínimo. De esa forma los ciudadanos retendrían un porcentaje muy superior de sus ingresos en su bolsillo, y lo gastarían o ahorrarían de una forma más eficiente que los Estados, lo que aumentaría enormemente la riqueza y el número de puestos de trabajo, compensando más que de sobra la inevitable reducción de personal que antes o despues tendrán que llevar a cabo las administraciones públicas.
Las barreras a las importaciones perjudican en primer lugar a los habitantes del país que las establece (en España hay más gente que compra ropa que gente que la fabrica, por ejemplo) y aumentan el paro y la pobreza, aunque a primera vista pueda parecer lo contrario. Sólo benefician a una minoría dentro del país que tiene capacidad para presionar a los gobernantes y consiguen que sus ineficiencias y malos productos sean subvencionados por partida doble (el presupuesto del Estado y el bolsillo de los consumidores) por el resto de la población.

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