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Los bonos de alta rentabilidad son los emitidos por empresas con una baja calidad crediticia. Este tipo de empresas tiene un riesgo real de desaparecer a medio plazo, mayor o menor según el caso, y no devolver el dinero a sus bonistas. Por ello tiene que ofrecer unos intereses muy superiores a los que ofrezcan el Estado o las grandes empresas para atraer a los inversores.
Por eso invertir en este tipo de bonos tiene un riesgo muy alto. La forma más habitual de llevar a cabo este tipo de inversiones para minimizar el riesgo dentro de lo posible es hacerlo a través de fondo de inversión para invertir en una cartera muy diversificada de bonos de una gran variedad de empresas pertenecientes a distintos sectores. Esta diversificación hace que si algunas de las empresas en cuyos bonos está invertido el fondo llegaran a quebrar la rentabilidad total de la cartera seguiría siendo superior a la que se hubiera conseguido invirtiendo en bonos del Tesoro o de grandes empresas.
Pero si en lugar de quebrar “alguna” quiebran “muchas” la rentabilidad puede ser claramente negativa. Un inversor particular que decida invertir una parte de su dinero en esta estrategia no puede analizar las decenas o centenas de empresas en cuyos bonos haya invertido el fondo de inversión en el que esté interesado para estimar cuáles tienen riesgo real de quiebra y cuáles no. Su análisis debe ser algo sencillo y asequible, pero esto también hace que dicho análisis sea superficial y poco fiable.
En general es arriesgado invertir en este tipo de bonos cuando los tipos de interés son muy bajos. No sólo porque la rentabilidad que se obtiene es menor, sino sobre todo y principalmente porque si los tipos suben de forma pronunciada y repentina es posible que a muchas de estas empresas les coja con una deuda elevada a la que no pueden hacer frente con los nuevos tipos, lo que podría llevarles a la quiebra y por tanto a no pagar sus bonos. Es preferible invertir cuando los tipos están muy altos y se espera que bajen en el futuro por las razones contrarias. Primero porque la rentabilidad que obtendrá el inversor cuando bajen los tipos será superior y segundo y más importante porque esa bajada de tipos aliviará la carga financiera de las empresas y hará más difícil que se produzcan las fatídicas quiebras.