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Son 2 operaciones muy distintas, aunque a primera vista puedan parecer similares.
Cobrar un dividendo es cobrar una renta, similar a cobrar el alquiler de un inmueble, por ejemplo. Cuando se cobra el alquiler de un inmueble no se reduce el patrimonio, ya que se sigue siendo propietario del mismo inmueble. Lo mismo sucede cuando se cobra un dividendo, que se sigue siendo propietario del mismo porcentaje de la empresa y el patrimonio tampoco se ve reducido.
Sin embargo, al vender los derechos que se reciben cuando una empresa amplía capital sí que se está reduciendo el patrimonio. Es como vender una parte de las acciones que se poseen, no como cobrar un dividendo. Si se quiere mantener la misma participación en la empresa, que es lo que en principio quiere hacer un accionista de largo plazo, en lugar de reducirla no se pueden vender los derechos, sino que hay que acudir a la ampliación de capital.
Por ejemplo, supongamos una empresa cuyo capital lo forman 100.000 acciones. Un inversor tiene 1.000 acciones, el 1% del capital de la empresa. Posteriormente la empresa hace una ampliación de capital liberada en la proporción de 1 acción nueva por cada 10 antigüas y el inversor vende los derechos. La empresa pasa a tener un capital formado por 110.000 acciones pero el inversor sigue teniendo 1.000 acciones, con lo que su porcentaje en la empresa ha bajado al 0,909% (1.000 es el 0,909% de 110.000). El resultado es que el inversor ha reducido su patrimonio y en el futuro tendrá un 0,909% de los beneficios y dividendos que reparta la empresa, no el 1% que tenía hasta la ampliación de capital. Cada vez que se venden derechos se va reduciendo cada vez más el porcentaje que se posee en el capital de la empresa.
Vender derechos es como vender acciones.
Cobrar dividendos es cobrar rentas, vender derechos es vender parte del capital y reducir el patrimonio del inversor.