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"Quien invierta en acciones no debería estar demasiado preocupado por las erráticas fluctuaciones en los precios del valor, puesto que a corto plazo el mercado de acciones se comporta como una máquina de votar, pero a largo plazo actúa como una báscula", Benjamin Graham.
Ben Graham fue uno de los mejores inversores de largo plazo de la Historia y se le considera el padre del análisis fundamental. Esta frase es cierta y muy válida para los inversores de largo plazo.
Una cosa es el precio de una acción y otra su valor. Un inversor de largo plazo debe comprar aquellas empresas cuyo precio esté por debajo de su valor y esperar a que el conjunto del mercado reconozca ese valor y haga subir el precio. Pero el análisis fundamental no es bueno prediciendo cuándo sucederán las cosas, por lo que hay que evitar la impaciencia. Los movimientos que tenga la cotización de una acción en el corto plazo no deben distraer al inversor de largo plazo que invierte basándose en los fundamentales de las empresas. Y mucho menos debe modificarse una estrategia de largo plazo por los movimientos que tenga el mercado en el corto plazo.
La comparación entre los votos y la báscula se refiere a que en el corto plazo los movimientos están determinados por el sentimiento de los inversores, no por el valor real de las empresas. Podríamos decir que si la mayoría de los inversores están equivocados sobre el valor de las acciones a corto plazo acertarán, aunque a largo plazo será el valor de las empresas el que marque el rumbo a la cotización. Si la mayoría de los inversores se encuentran en un momento de desconfianza y creen que el mercado va a bajar lo más probable es que baje por las ventas que realice esta mayoría, aunque las empresas se encuentren infravaloradas. Igualmente, si la mayoría de los inversores se lanza a comprar (por la razón que sea) lo más probable es que la Bolsa suba, aunque se encuentre sobrevalorada.
Es decir, a corto plazo la Bolsa funciona como una elección por votos; si la mayoría decide que la Bolsa va a subir la Bolsa subirá y si decide que va a bajar la Bolsa bajará.
Pero los movimientos del precio en contra del valor no se pueden mantener de forma indefinida y a la larga las cosas “caen por su propio peso”; las acciones infravaloradas acabarán subiendo y las sobrevaloradas acabarán bajando.
Para los traders de corto plazo esta frase no es válida, ya que, de una forma muy esquemática y admitiendo muchas variantes, su estrategia consiste precisamente en detectar qué es lo que está “votando” la mayoría para seguirla y salirse del mercado antes de que esa mayoría cambie de opinión y el mercado se dé la vuelta.