
Aprende a invertir en Bolsa para transformar tu vida y jubilarte como te mereces, y cuando tú decidas.

La inflación afecta a cualquier inversión (Bolsa, inmuebles, arte, renta fija, etc.) pero la renta fija se ve más perjudicada que otras inversiones porque su margen es menor. Cuanto más baja sea la inflación mejor para la economía y para cualquier tipo de inversión.
La rentabilidad que da un instrumento de renta fija (bonos, Letras, fondos de inversión, depósitos a plazo fijo, cuentas remuneradas, etc.) a su poseedor es la rentabilidad nominal. La mayoría de los inversores se centran únicamente en esta rentabilidad nominal y consideran que su riqueza se incrementa exactamente en el porcentaje de dicha rentabilidad nominal. Por ejemplo, si un inversor coloca su dinero en un depósito a plazo fijo a un año que le renta el 4% es bastante habitual que dicho inversor considere que dentro de 1 año será un 4% más rico de lo que lo era en el momento de abrir el depósito.
Esta percepción es errónea, ya que lo que marca el aumento o disminución de la riqueza real es la rentabilidad real, es decir, la rentabilidad nominal menos el efecto de la inflación. Si el depósito ofrece un 4% y la inflación durante ese año resulta ser del 3% la rentabilidad real obtenida por el inversor será del 1% (aproximadamente). Es decir, al cabo de ese año el inversor será solamente un 1% “más rico” (aproximadamente) que en el momento en que abrió el depósito.
Para hallar la rentabilidad real no basta con restar la inflación de la rentabilidad nominal (en el ejemplo sería 4 – 3 = 1), ya que la inflación no afecta sólo a los intereses, sino también al capital inicial. La rentabilidad real del ejemplo sería del 0,97%. Para calcularla hay que dividir el capital total al final del año (104 euros; 100 de capital + 4 de intereses) entre 1,03 (3% de inflación). El resultado es 100,97 (104 / 1,03 = 100,97) , lo cual quiere decir que 100 euros se han convertido realmente en 100,97 euros, que es una rentabilidad del 0,97%. Esas 3 centésimas que faltan para llegar al 1% (1- 0,97 = 0,03) pueden parecer poco importantes pero en una inversión a largo plazo se van acumulando año tras año en progresión geométrica y acaban siendo una cantidad importante, siempre en contra del inversor en renta fija.
Si la inflación llegara a ser del 5%, la rentabilidad nominal del 4% se convertiría en una rentabilidad real negativa del 0,96% (104 / 1,05 = 99,04; 100 – 99,04 = 0,96%). Por ejemplo, el 1-1-2008 invertimos 100 euros en el depósito y el 1-1-2009 tendremos 104 euros, pero como la inflación ha sido del 5% esos 104 euros del 1-1-2009 valen lo mismo que valían 99,04 el 1-1-2008. Nuestro poder adquisitivo ha bajado un 0,96% en 1 año, o dicho de otro modo, al cabo de 1 año podemos comprar un 0,96% menos de “cosas” que 1 año antes.
Lo normal, aunque no siempre es así, es que la rentabilidad nominal de la renta fija sea superior a la inflación. Eso hace que la rentabilidad real normalmente sea positiva. Pero lo normal, también, es que la rentabilidad real sea muy baja, con lo que la riqueza real de un inversor en renta fija aumenta muy poco a pesar de mantener la inversión durante períodos muy largos de tiempo.
Si alguien quisiera vivir de las rentas en la situación del ejemplo anterior (rentabilidad nominal 4% e inflación del 3%) sólo podría gastarse el 0,97%, ya que el resto (3,03%) tendría que reinvertirlo simplemente para que su patrimonio no disminuya en términos reales. Si gasta más de ese 0,97% se está descapitalizando y habrá disminuído su riqueza y con ello la generación de rentas futuras. De continuar con esta descapitalización durante un período largo de tiempo el quebranto para su patrimonio sería muy grande y las posibilidades de vivir de las rentas irían disminuyendo hasta desaparecer.
Un inversor en acciones cuenta por un lado con las acciones y por otro con el dividendo repartido por esas acciones, igual que un inversor en pisos cuenta con los pisos y con los alquileres que generan esos pisos. A largo plazo el valor de las acciones sólidas se revaloriza por encima de la inflación, ya que sus activos (fábricas, instalaciones, edificios, etc.) y sus beneficios aumentan por encima de la inflación. Los dividendos dependen de esos activos y beneficios, por lo que también suben a tasas superiores a la inflación.
La renta fija tiene una volatilidad muy baja, pero tiene una capacidad muy pequeña de generar riqueza. Lo cual es algo muy lógico, ya que el que no está dispuesto a arriesgar nada tampoco puede pretender ganar mucho. A largo plazo la rentabilidad de la Bolsa (empresas sólidas que reparten dividendos de forma regular) es muy superior a la renta fija. Por supuesto que tambien hay momentos en que la renta fija es mejor opción que la Bolsa, ya que es preferible estar en renta fija ganando poco que comprar acciones sobrevaloradas y perder mucho. Pero todo aquel inversor que aspire a aumentar su riqueza no puede estar invertido en renta fija de forma permanente.