
Aprende a invertir en Bolsa para transformar tu vida y jubilarte como te mereces, y cuando tú decidas.

Tiene sentido que existan los fondos de inversión (y los planes de pensiones, ya que todo lo que voy a decir de los fondos de inversión en este artículo es igualmente válido para los planes de pensiones, aunque no citaré a ambos continuamente para hacer más ágil la explicación), y los ETFs, porque cumplen una función. Pero creo que son más adecuados para el medio plazo que para el largo plazo, por muchas razones que ahora veremos.
Para hacer una operación de medio plazo en la Bolsa de Vietnam, Rusia o África, creo que los fondos de inversión y los ETFs son más adecuados que las acciones.
Pero para invertir a largo plazo creo que son mucho más adecuadas las acciones, por todo lo que vamos a ver a continuación.
Los índices no se crearon para invertir en ellos, porque los que los inventaron no creían que pudieran llegar a servir para eso. Los índices se crearon para tener una idea rápida de lo que hacía el conjunto de la Bolsa, y para eso son algo muy útil.
¿Qué es realmente un índice?
Un índice es un algoritmo, que no sabe nada de Bolsa. Ni siquiera sabe que existe la Bolsa.
Este algoritmo es muy útil para ver de una forma rápida si el conjunto de la Bolsa sube o baja, aunque serviría igual para muchas otras cosas, como seguir la evolución de las cosechas de un país o de un continente, o la producción de leche, huevos o ganado, etc.
La idea de invertir en índices surgió por las comisiones y los malos resultados de los fondos de inversión. A alguien se le ocurrió comparar la rentabilidad de los fondos de inversión con la de los índices, y vio que la inmensa mayoría de los fondos de inversión ni siquiera conseguían igualar la rentabilidad de los índices con dividendos.
Es muy importante fijarse en el ”ni siquiera” porque esta idea se ha ido deformando, y en la actualidad hay gente que tiene la idea de que la rentabilidad de los índices con dividendos es algo casi inalcanzable, cuando los estudios iniciales que originan todo este tema de la inversión en índices lo consideraban como un mínimo que todo el que pagase porque otro le gestionara su dinero debía esperar.
Hay unos pocos fondos de inversión que superan a los índices con dividendos, y tiene sentido que estos fondos existan. Piense también que lo normal es esperar superar a un algoritmo que no sabe nada de Bolsa, y que además tiene varios efectos matemáticos negativos importantes en su contra. Además, comprando acciones tienes rentas (los dividendos), que es vivir en un mundo completamente diferente a no tener rentas.
Los fondos de inversión, en conjunto, han sido y son un traspaso de riqueza sutil pero gigantesco desde los inversores en fondos de inversión a la élite que ha diseñado todo este sistema.
Imagine que Juan y Pedro tienen 100.000 euros cada uno, y los invierten en Bolsa durante los próximos 40 años.
Juan invierte sus 100.000 euros comprando directamente acciones, y Pedro los invierte en fondos de inversión.
En esos 40 años la Bolsa sube un 10% anual de media, y suponemos que Juan con sus acciones consigue la misma rentabilidad que los gestores de los fondos de Pedro.
Al final de esos 40 años Juan tiene 4,5 millones de euros.
¿Cuánto tendrá Pedro?
Si sus fondos le cobran unas comisiones totales del 1%, a los 40 años Pedro tendrá 3,1 millones de euros.
Si sus fondos le cobran unas comisiones totales del 2%, a los 40 años Pedro tendrá 2,2 millones de euros.
Si sus fondos le cobran unas comisiones totales del 3%, a los 40 años Pedro tendrá 1,5 millones de euros.
Tenga en cuenta que las comisiones totales de los fondos de inversión son superiores a las comisiones de gestión y depósito que se ven con claridad en la información que facilitan los fondos de inversión, porque además de eso cobran otras comisiones como las de todas las operaciones de compra y venta de acciones que hagan con el dinero de los fondos, las de cambio de divisas, auditoría, gastos de los reguladores, etc. En la práctica las comisiones totales de los fondos de inversión de renta variable suelen estar alrededor del 3% (algunos el 2 y algo, otros el 3 y algo).
Fíjese la enorme diferencia entre lo que tendrá Pedro (en cualquiera de esos 3 escenarios) y los 4,5 millones de euros de Juan. Esta es la forma en que se traspasa la riqueza con los fondos de inversión.
Podría pensarse que los gestores de los fondos de inversión de Pedro deberían tener una rentabilidad superior a la que consiga Juan, que es un inversor particular que tiene su trabajo, su familia, etc. Pero la realidad es que, por muchas razones en la práctica lo más probable es que Juan consiga una rentabilidad igual o superior a la de los gestores de los fondos de Pedro.
En cuanto se entiende que un índice no es una media “como todo el mundo cree que es una media”, sino un algoritmo con sesgos negativos en contra del que lo sigue, se ve rápidamente que la mayor parte de las supuestas ventajas de la inversión indexada son incorrectas, o peores de lo que parecen a primera vista, etc. Las principales desventajas matemáticas de invertir en índices son:
Piense que cualquier niño de 5-6 años sabe más de análisis fundamental que todos los índices bursátiles del mundo juntos. Los niños saben que BMW hace coches, Telefónica son las telecomunicaciones de su casa, Coca Cola son refrescos, etc. Los índices (ETFs) ni siquiera saben estas cosas, y no las van a saber nunca. Porque son un simple algoritmo, que ni siquiera sabe que existe la Bolsa. Cuando los niños actuales se mueran de viejos dentro de muchas décadas, los ETFs seguirán sin saber que BMW hace coches, Telefónica son telecomunicaciones, Coca Cola hace refrescos, etc.
Comprar “cualquier cosa a cualquier precio” (que es lo que hacen los ETFs) no puede ser muy eficiente.
Por eso la inversión indexada no puede ser una “solución” a que conocer y estudiar empresas para invertir en ellas a largo plazo le parezca algo “demasiado difícil” a un determinado inversor. Es como si a esa persona alguien le dijera: “Cocinar es muy difícil, que te dé de comer el resto de tu vida alguien que no distingue un ingrediente de otro, y que nunca los va a distinguir”.
Si alguien se complica excesivamente haciendo análisis fundamentales demasiado elaborados, posiblemente caiga en el error de sobrevalorar la indexación porque “los árboles no le dejen ver el bosque”, al haber ido por un camino equivocado. La solución en un caso así no sería renunciar por completo al análisis fundamental (e invertir en índices, que ni siquiera saben que existen “la Bolsa” y el “análisis fundamental”), sino buscar el punto de equilibrio entre lo que es útil y lo que no lo es. Recordando siempre que el futuro no lo sabe nadie: ni las personas, ni los algoritmos con que se calculan los índices.
Visto de otra forma, si creyéramos que el análisis fundamental es “muy difícil”, entonces ¿qué sentido tiene darle nuestro dinero ahorrado durante toda nuestra vida a “algo” que no sabe absolutamente nada de análisis fundamental, ni tiene la más mínima intención de aprender nada de ello nunca jamás en la vida?
Porque los ETFs dedican 0 segundos a seguir los resultados de las empresas, las noticias, operaciones corporativas, etc. Cualquier inversor dedica más tiempo a todas estas cosas seguro, por poco tiempo que tenga.
Invertir a largo plazo es algo fácil y asequible para todo el mundo, y dejar que toda la riqueza que consigan acumular millones de personas esté en manos de algoritmos que no saben nada sobre las empresas es algo sobre lo que creo que debe reflexionar la sociedad.
Como los ETFs (y los fondos de inversión) tienen una fiscalidad mejor que la de las acciones, podría pensarse que al invertir en ETFs los menores impuestos que se pagan al cobrar los dividendos ayudan a que la inversión crezca más.
Por ejemplo, Enrique tiene X euros.
Si los invierte en acciones, cobrará 1.000 euros de dividendos, y Hacienda le cobrará el 19% (por ejemplo), que son 190 euros. Así que le quedarán 810 euros (1.000 – 190) para reinvertir en la compra de más acciones.
Y si los invierte en ETFs, Hacienda le cobrará a los ETFs sólo el 1%, con lo que pagarán 10 euros, y podrán reinvertir los otros 990 euros (1.000 – 10).
En la práctica esto no es así. Por todas las desventajas matemáticas que hemos visto que tienen los ETFs, a igual cantidad de dinero invertida Enrique cobrará más dividendos si invierte en acciones que si lo hace en ETFs (por ejemplo, 1.200 euros si invierte en acciones y 800 euros si invierte en ETFs), y aún con la discriminación fiscal de las acciones podrá reinvertir más dividendos si invierte directamente en acciones que si lo invierte en ETFs.
A esto hay que añadir que las comisiones de los ETFs (que se cobran todos los años sobre todo el patrimonio, no sobre los dividendos cobrados) son superiores a las de las acciones. Y tenga en cuenta lo que ya hemos visto acerca de que las comisiones de los ETFs (igual que pasa con los fondos de inversión) no son sólo las de gestión y depósito que aparecen claramente en los folletos, sino que hay más.
Por eso Enrique reinvertirá más dividendos si invierte en acciones que si lo hace en ETFs.
En general, piense que no es posible “engañar” a Hacienda con algo que ha creado la propia Hacienda. La fiscalidad no la crea cada producto para sí mismo, sino que la crea la propia Hacienda.
Igual que los principales beneficiarios de las ventajas fiscales a la compra de viviendas fueron los recalificadores de suelo, los principales beneficiarios de las ventajas fiscales a ETFs, fondos de inversión y planes de pensiones no son las personas que invierten en ellos, sino quienes los gestionan.
Los índices se equivocan muchas veces, comprando constantemente muchas empresas que no son adecuadas para el largo plazo (no saben ni siquiera lo que es una empresa, y mucho menos si es adecuada o no para una estrategia u otra). También venden muchas empresas por menos de lo que les costaron, al salir de los índices. Y muchas de esas empresas que venden en zonas de mínimos al salir de los índices (de forma temporal) sí son empresas buenas para el largo plazo.
Comprar un índice es comprar todas sus empresas “de golpe”. Y vender un índice es vender todas sus empresas también “de golpe”.
Imaginemos que en una sala hay muchas personas, y quieren salir. O que están fuera de la sala, y lo que quieren hacer es entrar. Lo lógico es que salgan (o entren) de forma ordenada, una a una. Si todas intentan salir, o entrar, a la vez, van a sufrir muchos golpes.
Pues algo así pasa con los índices. Cuanta más gente compre (y venda) a la vez las mismas acciones, mayor es la distorsión que generan en el mercado. Y esa distorsión les hace comprar cada vez más caro, y vender cada vez más barato. Por eso, cuanta más gente invierte en los índices más se deteriora la rentabilidad de esos algoritmos por el “agolpamiento” que se produce al haber mucha gente comprando (o vendiendo) “cualquier cosa a cualquier precio”. Pero los inversores que compran acciones directamente no sufren obligatoriamente esos “agolpamientos”.
Un futuro sano y deseable debe ser un futuro ético y con valores. Y es evidente que la ética y los valores de cómo se gestione la riqueza mundial no es algo que puedan decidir exclusivamente un puñado de personas, ni unos algoritmos.
Con los fondos de inversión y los ETFs la gente de la calle no vota en las empresas. Puede que a mucha gente actualmente eso no le parezca importante, pero a los que les dan las “ventajas fiscales” para que metan su dinero en fondos de inversión, ETFs y similares, que la gente de la calle no vote en las empresas sí les parece muy importante.
Está claro que las cosas no pueden ir bien pensando que “Como la gente no sabe lo que vota, mejor que no vote, y que unos pocos controlen y dirijan sus vidas”. El dinero es poder. Si el dinero de gran parte de la sociedad lo controlan unos pocos, todo ese poder lo tienen unos pocos. Por eso todo este tema de los fondos de inversión, los ETFs, etc, afecta también a la calidad de la democracia en la que vivamos. Y por eso mismo las cosas tampoco podrán ir bien si se piensa que “Como la gente no sabe invertir, mejor que unos pocos controlen y dirijan casi toda la riqueza mundial”.
No es un problema que la electricidad la sirvan unas pocas empresas, porque es un servicio barato (sin impuestos el recibo mensual medio en España sería de unos 20 euros al mes), y las grandes empresas eléctricas pueden ser más eficientes, y dar un servicio mejor y más barato.
Pero controlar la riqueza de una persona es algo completamente diferente, con una serie de implicaciones muchísimo mayores. Por poner un ejemplo, la inmensa mayoría de las personas que invierten en fondos de inversión y ETFs no saben que los grandes inversores bajistas toman prestadas las acciones que venden en el mercado precisamente de los fondos de inversión y de los ETFs, sin el consentimiento expreso de las personas que invierten en ellos.
Primero veamos el caso de los fondos de inversión que no pagan rentas, que son la inmensa mayoría (y los que dicen pagar rentas suelen pagar una mezcla de rentas y de liquidación del patrimonio, no unas rentas reales). También hay ETFs (“de acumulación”) que no pagan dividendos.
Al no pagar rentas, para “vivir de ellos” hay que ir vendiendo las participaciones acumuladas. Y esto es liquidar el patrimonio.
Liquidar el patrimonio es lo que hace alguien que se está empobreciendo. Y el cerebro así lo detecta, tomando uno de estos dos caminos:
- Lo rechaza, y no vende: En este caso, muy habitual en la realidad entre los inversores de fondos de inversión, no se disfruta de lo conseguido a lo largo de toda la vida. Nunca se ve el momento de vender, porque no se sabe cuánto va a estar uno en este mundo. Pero no sólo la vida se acaba, sino que llega un momento en que no se tienen energías, motivos, ganas, etc, para hacer lo que no se hizo antes, y ya es demasiado tarde para hacerlo ahora. El patrimonio pasa a la siguiente generación, y es una pena que la persona que lo creó no disfrute de él (habiendo cobrado y disfrutado los dividendos de sus acciones, y traspasando esas acciones a la siguiente generación)
- Se vende, y entonces se entra en un estado de decadencia y de “ir a menos”, que trae tristeza a la persona el resto de su vida. Empobrecerse es triste y angustioso, y eso es lo que hace un inversor en fondos de inversión que va liquidando el patrimonio acumulado durante toda su vida. Imaginemos una persona que se jubila con 1 millón de euros en fondos de inversión, y decide gastar 40.000 euros al año. La siguiente década el mercado está lateral, y por tanto la persona gasta en esos 10 años 400.000 euros (10 x 40.000), y sale de esa década con 600.000 euros. Esto es empobrecerse un 40%, y es vivir una vida angustiosa. Si tuviera acciones habría cobrado los dividendos, sin vender acciones, y manteniendo su patrimonio.
Veamos ahora el caso de los ETFs, que sí suelen pagar dividendos.
Por lo que hemos visto, la persona que haya invertido en ETFs tendrá, muy probablemente, menos patrimonio y menos rentas que si lo hubiera hecho en acciones. Esto es “rentabilidad”, pero también es tiempo de vida. Y la vida tiene un tiempo limitado. Por eso, justo lo que todo el mundo quiere conseguir es “acelerar” el crecimiento de sus inversiones, para poder disfrutar más del tiempo que le queda de vida (que es lo que realmente importa).
Además de eso, indexarse es vivir la vida con miedo (un algoritmo que no sabe nada de Bolsa no puede saber más que una persona), y esta es otra cosa que también detecta el cerebro. Por eso, además de en la rentabilidad hay que pensar cómo queremos vivir nuestra vida. El día a día, que es lo que importa. Creo que está claro que es mucho mejor vivirlo con autoestima, mayor sensación de control sobre tu vida y el mundo que te rodea, etc. Porque todo esto hace vivir la vida con mayor optimismo, más ilusión, más tranquilidad, más paz interior, etc. Y todo esto se refleja en el conjunto de nuestra vida, incluyendo las relaciones familiares y personales de todo tipo.
Los gestores han conseguido cobrar una comisión anual sobre el patrimonio gracias a la desinformación de la población. Desinformación de la población que beneficia tanto a los políticos como a las élites financieras. Por tanto, la solución para que la riqueza mundial esté bien repartida (que creo que es algo que quiere toda la población) no es que la gente de la calle meta el dinero en aquellos productos a los que los políticos hayan decidido darles ventajas fiscales.
¿Y si el hecho de que los gestores de un fondo cobren todos los años un porcentaje de la riqueza acumulada por las personas que les han confiado su dinero es algo que no tiene ningún sentido ni justificación económica?
¿Y si los gestores deben cobrar un sueldo fijo (más una parte variable), como los directivos de las empresas?
¿Por qué el presidente de una empresa que gestiona activos (como fábricas) por valor de 2.000 millones de euros cobra un sueldo fijo (más la lógica parte variable), pero el gestor de un fondo que gestiona acciones y bonos por valor de 2.000 millones de euros cobra todos los años un porcentaje de esos 2.000 millones de euros?
Nunca he oído un argumento para justificar que esto sea así, y creo que no existe. Cuando, además, la realidad es que es mucho más difícil gestionar fábricas que acciones y bonos.
Este cambio en la remuneración de los gestores de fondos de inversión supondría una revolución en el control y en la transferencia de la riqueza a nivel mundial, que creo que sería muy positiva para la población.