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El MAB pone el capital riesgo al alcance del pequeño inversor.
Antes de la creación del MAB, en Julio de 2009, para un pequeño inversor era prácticamente imposible invertir en este tipo de empresas, por muchos motivos:
- El importe mínimo que se exige en una operación de capital riesgo suele ser de varias decenas de miles de euros, a veces incluso varios cientos de miles de euros.
- No es fácil saber cuándo y quién vende acciones en una operación de capital riesgo. Esta información suele estar en círculos muy reducidos, a los que no tiene acceso un pequeño inversor.
- Conseguir información para analizar la empresa y decidir si se invierte, y después para seguir su evolución, también es muy complicado, casi imposible para un pequeño inversor.
- Si difícil sería comprar para un pequeño inversor, más difícil sería vender, porque tendría que encontrar un comprador, negociar el precio cara a cara con él, etc.
El MAB soluciona muy bien todos estos problemas:
- La inversión mínima en el MAB es 1 acción, como en la Bolsa normal y corriente, que puede costar incluso menos de 1 euro. Lógicamente, por el tema de las comisiones, lo recomendable es que se hagan compras de al menos algunos cientos de euros, igual que sucede con las acciones de Iberdrola o de cualquier otra empresa que cotice en Bolsa.
- En el MAB compradores y vendedores ponen sus órdenes de compra y de venta en un mercado electrónico, igual que sucede con las acciones de Telefónica o de Procter & Gamble.
- Las empresas del MAB están obligadas a publicar sus resultados en sus páginas web, por lo que cualquier persona puede acceder a esa información desde cualquier lugar del mundo.
- Vender es igual de fácil que comprar en el MAB.
Como vemos, algo que antes era prácticamente imposible para el pequeño inversor, desde la creación del MAB es tan fácil como comprar acciones de cualquier gran empresa que cotice en Bolsa.