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Artículos de Bolsa (Análisis de empresas)

Correlación entre la cuenta de resultados de una empresa y su cotización

El beneficio de una empresa y su cotización tienen una correlación muy fuerte en el largo plazo.
Primero hay que aclarar qué es lo que se entiende como “beneficio”. Como beneficio hay que entender siempre el beneficio por acción (BPA), que es la parte del beneficio total obtenido por la empresa que corresponde a cada una de las acciones que componen su capital social. En las operaciones de fusión y ampliaciones de capital el número de acciones que componen el capital social de la empresa varía, por lo que son hitos muy importantes que deben ser tenidos en cuenta por los inversores y accionistas a la hora de valorar una empresa. En principio tanto las fusiones como las ampliaciones de capital se realizan con el fin de dar paso a una empresa “mejor”, pero hay que analizar qué es lo que pasa realmente.
Considero que una empresa “mejor” es una empresa más rentable para sus accionistas, es decir, una empresa en la que tanto el BPA como el dividendo crezcan a un ritmo mayor que si no se hubiera realizado la fusión o ampliación de capital. Pero en ocasiones estas operaciones de fusión o ampliación de capital hacen más grande a la empresa, pero no más rentable. Es decir, el beneficio total de la empresa aumenta pero el BPA y el dividendo disminuyen o crecen a ritmo inferiores a los que hubieran crecido si no se hubiera realizado dicha operación. Es normal que en los 2-3 primeros años depues de la fusión o ampliación el BPA se vea afectado ligeramente de forma negativa, hasta que la integración y reorganización de los nuevos negocios se realiza, pero a partir de ahí el efecto de dicha operación en el BPA debe tener un efecto positivo, es decir, debe crecer a mayor ritmo que si la empresa no hubiera realizado la fusión o ampliación. Si una operación de este tipo tiene efectos positivos en el BPA desde el primer año debe considerarse una operación especialmente buena.
Una vez aclarada la diferencia entre el beneficio total de la empresa y el BPA, la variable más importante para determinar la evolución de la cotización de una empresa en el largo plazo es el mencionado BPA . Si una empresa consigue aumentar de forma continuada su BPA a lo largo de los años la cotización lo reflejará antes o después. De la misma forma, si el BPA de una empresa va cayendo progresivamente su cotización también acabará cayendo.
El dividendo que reparte la empresa cada año es un porcentaje del BPA. Dicho porcentaje se denomina pay-out. A medida que va aumentando el BPA tambien lo va haciendo el dividendo que cobran los accionistas. Esa renta, cuando es estable y creciente, supone una garantía para la revalorización de la acción. El dividendo de una acción podría compararse al alquiler de un piso. El dividendo de una empresa sólida es mucho más estable y crece a mayor ritmo que el alquiler de un piso (ver datos históricos de dividendos), y además no tiene los gastos asociados a cualquier inmuebles (comunidad de vecinos, derramas, impuestos, mantenimientos, reparaciones, etc.).
Cuanto más caiga la cotización de una empresa más alta es su rentabilidad por dividendo. Cuanto mayor es la rentabilidad por dividendo más invesores de largo plazo se interesan en comprar dichas acciones. El arbitraje con el coste de los créditos tambien juega un papel importante, ya que a partir de ciertos umbrales algunos inversores (tanto pequeños como institucionales) solicitan créditos para comprar acciones debido a que el coste del crédito es inferior a la rentabilidad que obtienen de los dividendos.
Cuando las cotizaciones caen de forma exagerada las propias empresas son las que compran sus acciones para amortizarlas posteriormente. Esto hace que el BPA y el dividendo de los años posteriores crezca más de lo esperado, al tener que repartirse entre menos acciones.
Estas situaciones, entre otras, hacen que la infravaloración de las empresas sea corregida hasta acercar su cotización a su valor, aunque no se pueda predecir cuándo se corregirá dicha infravaloración.
En el caso de las empresas sobrevaloradas sucede lo contrario. Cuanto más suba una empresa más baja es su rentabilidad por dividendo y menos inversores de largo plazo estarán interesados en comprar sus acciones. A medida que va subiendo la sobrevaloración también va aumentando el número de invesores interesados en vender acciones sobrevaloradas, lo que finalmente hace caer la cotización hasta acercarse al valor de la empresa.

Correlación entre el balance de una empresa y su cotización

Las empresas obtienen sus beneficios mediante la utilización de los activos que componen la empresa. Estos activos son las fábricas, maquinarias, empresas filiales, participaciones en otras empresas, redes comerciales, empleados, directivos, imágen de marca, etc.
Cada uno de estos activos tiene un valor de mercado, estimable con mayor o menor dificultad, por lo que puede calcularse el valor total de la empresa mediante la suma del valor de todos los activos que componen la empresa. Este valor obtenido siempre será una estimación que dependerá de la persona que lo calcule.
No hay ningún sitio donde consultar el valor exacto de cada activo que posee la empresa. En el balance se puede hallar el valor contable exacto de cada activo, pero el valor contable puede ser muy distinto del valor de mercado, que es el que determina el valor real de la empresa. Por tanto, todo el que desee valorar una empresa por la suma del valor de sus activos deberá saber estimar, con la mayor aproximación posible, el valor de esos activos.
Los empleados o los directivos no son propiedad de la empresa, pero son una parte fundamental de la misma. Una empresa que tenga unos empleados y directivos superiores a la media tendrá una ventaja competitiva importante que habrá que tener en cuenta a la hora de valorar la empresa.
La dificultad de valorar una emprea de este modo está en que es necesario saber valorar una gran diversidad de activos muy diferentes entre sí. No es lo mismo valorar un edificio de oficinas que la maquinaria de una fábrica o una marca comercial.
Supongamos un ejemplo muy sencillo en el que una empresa posee únicamente 4 pisos y un local en propiedad. Los 4 pisos están destinados al alquiler y en el local están las oficinas de la empresa. Esta empresa tiene un único empleado. Los 4 pisos llevan varios años sin alquilarse, por la razón que sea. Por tanto la empresa obtiene pérdidas, ya que no tiene ningún ingreso y además debe hacer frente a los gastos de los 4 pisos y el local (comunidad de vecinos, derramas, impuestos, etc.) y al sueldo del empleado.
Si se analizara desde el punto de vista de la cuenta de resultados únicamente la empresa no valdría nada (o muy poco), ya que una empresa que lleva varios años obteniendo pérdidas parece destinada a quebrar.
Pero si se analizan los activos de la empresa, los 4 pisos y el local, la visión es distinta. Supongamos que cada piso vale 100.000 euros y el local tiene un valor de 50.000 euros. Eso haría un total de 450.000 euros para el conjunto de los 4 pisos y el local.
Por otro lado, las pérdidas de los últimos años hacen que la empresa tenga unas deudas de 30.000 euros.
Para obtener el valor teórico de la empresa habría que restar las deudas al valor de los activos, lo que nos daría un resultado de 420.000 euros (450.000 – 30.000 = 420.000).
En el fondo, comprar esa empresa sería lo mismo que comprar 4 pisos y 1 local, descontando la deuda, por lo que algún inversor interesado en comprar inmuebles directamente acabaría estudiando dicha empresa y llegando a un acuerdo de venta con el propietario a un precio cercano a esos 420.000 euros. El precio sería “cercano” en lugar de “exacto” porque las valoraciones de los inmuebles son siempre una estimación como hemos visto antes. En el ejemplo hemos supuesto que cada piso vale 100.000 euros, pero el posible comprador podría estimar que el valor de cada piso es de 93.000 euros. También podría suceder que apareciesen varios compradores a la vez y que la puja entre los mismos llevara a una valoración final para la venta de la empresa de 110.000 euros por piso.
Hay que tener en cuenta que una empresa es algo “vivo”. El ejemplo se ha realizado con una foto fija de la situación de empresa. Esa situación irá variando con el tiempo, aumentando o disminuyendo el valor de la empresa. Por ejemplo, si la empresa sigue sin alquilar los pisos su deuda irá aumentando y el valor de la empresa disminuyendo. En cambio, si consigue alquilar los pisos la deuda irá reduciéndose hasta desaparecer y comenzar a tener un saldo positivo en las cuentas bancarias de la empresa, lo que supondría un aumento de su valor.
Para el pequeño accionista de una empresa cotizada es muy difícil valorar su empresa con la exactitud de este ejemplo. Pero todas las empresas cotizadas tienen inversores institucionales (fondos de inversión, otras empresas, bancos, grupos familiares importantes, etc.) que sí saben realizar este tipo de valoraciones. En caso de OPA estos accionistas institucionales defenderían los intereses de todos los accionistas de la empresa al mismo tiempo que defienden los suyos propios, lo cual supone una garantía para los accionistas minoritarios. Además, una vez abierto un proceso de OPA todos los posibles interesados (otros bancos, empresas, fondos de capital riesgo, grandes inversores, etc.) realizarían su propia valoración de la empresa y pujarían por ella compitiendo entre sí, lo que supone una garantía adicional para el inversor minoritario.

Autocartera; Qué es y qué importancia tiene

La autocartera son las acciones que una empresa compra de sí misma. Por ejemplo, si la empresa Altadis compra 1.000 acciones de Altadis en Bolsa tendrá una autocartera de 1.000 acciones.
Es habitual que las empresas cotizadas tengan algo de autocartera. Generalmente no tiene mucha importancia, ya que el objetivo de la autocartera suele ser estabilizar la cotización, hacer frente a algún tipo de pago en especie (acciones de la propia empresa) a directivos y/o empleados, etc. En la mayoría de los casos las variaciones pequeñas en la autocartera de una empresa no son relevantes para un accionista de largo plazo.

Pero cuando una empresa compra sus propias acciones en una bajada fuerte de la cotización hay que tomarlo como una señal positiva para la recuperación de dicha cotización. Sobre todo si la empresa es sólida y tiene una trayectoria de beneficios y dividendos creciente a lo largo del tiempo, y perspectiva de mantener esa trayectoria creciente en el futuro. Por un lado la compra de esas acciones en cantidades relevantes supone una presión al alza para la cotización, ya que se están “retirando” esas acciones de la circulación (al menos temporalmente). Pero lo más importante es que, normalmente, los que mejor conocen el valor de una empresa son sus directivos y si deciden invertir una cantidad significativa de los recursos de la empresa en acciones propias, en lugar de destinarlo al negocio real de la empresa, es que estiman que dichas acciones están claramente baratas en relación a su valor fundamental.
No quiere decir que haya que comprar justo el mismo día que lo hace la empresa, entre otras cosas porque estas compras suelen repartirse a lo largo de varias semanas, a veces incluso meses. Tampoco hay que esperar que los directivos acierten justo con el mínimo de la caída. Simplemente hay que interpretarlo como que en esa zona la cotización está barata (en opinión de los directivos de dicha empresa) pensando en el largo plazo.
No conozco ninguna señal ni sistema de inversión en Bolsa que sea infalible. Se trata de buscar señales que den buenos resultados a largo plazo, y esta es una de ellas. Por supuesto, se puede (y se debe) combinar con otras informaciones y análisis.
Suponiendo que los directivos acierten y al cabo de unos meses o años la cotización haya subido significativamente la empresa tiene 2 alternativas:
  • Vender esas acciones en el mercado: En el momento de venderlas la cotización sufriría una presión a la baja, pero lo normal es que la empresa busque el momento (o momentos) más adecuado para minimizar ese efecto dentro de lo posible. El resultado es un beneficio extraordinario para la empresa por la plusvalía obtenida en la compra y posterior venta de las acciones, lo cual siempre es positivo para el accionista. Las ventas de autocartera no son tan significativas para el inversor de largo plazo como las compras. Pueden suponer un freno para la cotización en el corto plazo (aunque tampoco es seguro que vaya a ser así), pero en circunstancias normales una empresa gana más dinero invirtiendo en su negocio real (abriendo o modernizando fábricas, sucursales, redes comerciales, nuevos negocios, etc.) que comprando y manteniendo indefinidamente sus propias acciones. Por eso es normal que una vez que se corrige la infravaloración extrema se dediquen esos recursos a la actividad normal de la empresa, sin que eso suponga necesariamente que los directivos piensen que la cotización va a sufrir una fuerte caída en el futuro cercano.

  • Amortizar autocartera: En mi opinión es la opción más favorable para el accionista de largo plazo. Supone “hacer desaparecer” esas acciones. El resultado es que la empresa sigue siendo la mismas (tiene los mismos beneficios, fábricas, empleados, inventarios, inmuebles, filiales, etc.) pero hay menos acciones entre las que repartir todos esos activos, por lo que a cada una de las acciones que quedan le corresponde un porcentaje mayor de la empresa. Es como si un día se compra una tarta para repartir entre 8 comensales y al día siguiente se compra la misma tarta pero sólo hay 7 comensales. A cada uno de los 7 comensales del segundo día le corresponde un trozo mayor de tarta del que le correpondió el primer día. Ese aumento del valor de las acciones que quedan tras una “reducción del capital por amortización de autocartera” (nombre de esta operación) es permanente , ya que esas acciones dejan de existir a partir de ese momento y todos los aumentos de beneficios y dividendos que se produzcan a partir de entonces recaerán sobre las acciones que queden tras la reducción. Supone mejorar el beneficio por acción (BPA) y el dividendo por acción (DPA) por encima de lo que habría sucedido sino se hubiera producido la amortización de autocartera.
Una de las empresas que mejor y en más ocasiones llevó a cabo la compra de acciones propias para amortización de autocartera fue Altadis;
El 31/12/2002 el capital social de Altadis estaba compuesto por 305.471.426 acciones y, tras varias recompras de acciones y su posterior amortización, el 31/12/06 pasó a estar compuesto por 256.121.426 acciones.
En 2006 Altadis tuvo un beneficio neto de 452,7 millones de euros, por que el BPA fue de 1,77 euros (452,7 MM / 256.121.426 = 1,77). Una parte de esos beneficios, 281,762 MM de euros, los repartió entre sus accionistas como dividendo, correspondiendo 1,10 euros a cada una de las 256.121.426 acciones que componían el capital a 31/12/2006 (281,762 MM / 256.121.426 = 1,10).
Si Altadis no hubiera realizado ninguna amortización de acciones propias durante los años anteriores el capital seguiría compuesto por 305.471.426 acciones el 31/12/2006. En ese caso el BPA habría sido de 1,48 euros (452,7 MM / 305.471.426 = 1,48) y el DPA habría sido de 0,92 euros (281,762 MM / 305.471.426 = 0,92). Con un BPA y un DPA claramente más bajos lo más probable es que tamben la cotización de Altadis estuviese en unos niveles más bajos, acordes con esas cifras de BPA y DPA.
Imperial Tobacco lanzó la OPA a 50 euros por acción porque valoró Altadis en 12.621 MM de euros, y al dividir esa cifra entre las 252.436.856 acciones que componían el capital social de Altadis en el momento de lanzar la OPA (en Agostó de 2007 Altadis realizó una nueva amortización de acciones) resultó un precio de 50 euros por acción. Si el capital se Altadis hubiese seguido estando compuesto por las 305.471.426 acciones que lo componían el 31/12/2002 la valoración de Imperial Tobacco para el total de la empresa habría seguido siendo la misma; 12.621 MM de euros. Por tanto la OPA habría sido lanzada a 41,31 euros aproximadamente (12.621 MM / 305.471.426 = 41,31 euros).

Dilución del BPA en las ampliaciones de capital

Cuando una empresa realiza una ampliación de capital existe el riesgo de que el beneficio por acción (BPA) se diluya, es decir, que a partir del momento en que se realice dicha ampliación el BPA sea inferior de lo que habría sido en caso de que no se hubiese realizado la ampliación de capital. Veamos un ejemplo:
Supongamos una empresa que tiene un capital social compuesto por 1.000.000 de acciones y un beneficio neto de 5.000.000 de euros. Su BPA es de 5 euros (5.000.000 / 1.000.000 = 5). Supongamos además que los beneficios de esta empresa crecen a una media del 10% anual, por lo que se espera que al año siguiente tenga un beneficio neto de 5.500.000 euros y por tanto su BPA sea de 5,5 euros (5.500.000 / 1.000.000 = 5,5)
Supongamos ahora que la empresa realiza un ampliación de capital en la que emite 200.000 acciones nuevas, con lo que el capital pasa a estar compuesto por 1.200.000. Para que esa ampliación sea rentable para los accionistas de la empresa y no se diluya el BPA los proyectos nuevos que se lleven a cabo con el dinero de la ampliación deberán generar un beneficio neto adicional a la empresa de 1.100.000 euros en el próximo año. En ese caso el beneficio neto total de la empresa sería de 6.600.000 euros (los 5.500.000 esperados antes de la ampliación más los 1.100.000 generados por los nuevos proyectos), que al dividirlo por 1.200.000 acciones (1.000.000 que ya existían más las 200.000 procedentes de la ampliación de capital) da un BPA de 5,5 euros (6.600.000 / 1.200.000 = 5,5). En este caso el BPA se ha mantenido en la cifra esperada, con lo que los accionistas no han perdido nada con la ampliación de capital pero realmente tampoco lo han ganado . La empresa ha aumentado su tamaño pero los accionistas no han aumentado su rentabilidad.
El objetivo debería ser que los nuevos proyectos generasen un beneficio neto superior a 1.100.000 euros. Por ejemplo, si los nuevos proyectos generasen un beneficio neto de 2.000.000 euros el BPA sería de 6,25 euros (7.500.000 / 1.200.000 = 6,25), lo que supondría un aumento de la rentabilidad para los accionistas (recordemos que antes de la ampliación se esperaba un BPA de 5,5 euros). Esta es la verdadera “creación de valor” para los accionistas de la que tanto se habla.
En cambio, si los nuevos proyectos generan menos de 1.100.000 euros el BPA se habrá diluído y los accionistas habrán perdido rentabilidad . Por ejemplo, si el beneficio neto generado por los nuevos proyectos fuese de 500.000 euros el BPA caería hasta 5 euros (6.000.000 / 1.200.000 = 5).
Los gestores de las empresas deben tener como objetivo aumentar la rentabilidad de sus accionistas, no aumentar el tamaño de la empresa a costa de la rentabilidad de sus accionistas.
En los ejemplos he utilizado una maduración de los nuevos proyectos de 1 año para simplificar los cálculos. En la práctica hay muchos proyectos empresariales que necesitan más de 1 año para madurar. Es normal que al realizar una ampliación de capital el BPA se diluya hasta los 2-3 primeros años y a partir de ahí crezca por encima de lo que lo habría hecho si no se hubiese realizado la ampliación de capital.
El problema es que esa dilución se convierta en permanente y los nuevos proyectos no lleguen a alcanzar la rentabilidad que justifique la ampliación de capital.
Cuando una empresa realiza una ampliación de capital y su cotización cae al conocerse la noticia el principal motivo de esa caída es la duda sobre si el BPA se va a diluir o no. Si la ampliación es claramente dilutiva para el BPA de forma permanente la caída será más brusca y prolongada. En cambio, si la ampliación es claramente beneficiosa para el BPA (el término técnico es “relutiva”) la cotización podría incluso subir a corto plazo y mantener esa subida. En la mayoría de los casos los inversores no tienen una opinión unánime sobre el resultado de los nuevos proyectos, por lo que es normal que los inversores de corto plazo salgan del valor para evitar la incertidumbre provocando una caída (más o menos pronunciada dependiendo del caso) de la cotización. Si finalmente los nuevos proyectos consiguen aumentar el BPA de la empresa esa caída inicial se recuperará. Al decir que se recuperará me refiero a que el efecto de la ampliación de capital sobre la cotización pasará de ser negativo (debido a la incertidumbre) a ser positivo (debido al éxito de los nuevos proyectos). Pero hay que tener en cuenta que a la cotización de una empresa le afectan muchos más factores que una ampliación de capital. Si la empresa está sobrevalorada o se producen nuevos hechos negativos es posible que su cotización caiga a pesar de que los nuevos proyectos tengan éxito. La ampliación de capital es un factor muy importante para la valoración de una empresa, pero no es el único.

Dilución del BPA en las fusiones de empresas

Una fusión de empresas es un hecho muy importante para un inversor de largo plazo, ya que su inversión sufre una gran transformación y debe decidir si continúa con ella o vende sus acciones.
En una fusión deberían salir beneficiados los accionistas de ambas empresas. Supongamos 2 empresas:
  • Empresa A: Su capital social está compuesto por 1.000.000 de acciones y tiene un beneficio neto de 4.000.000 de euros. Por tanto, su BPA es de 4 euros (4.000.000 / 1.000.000 = 4). Además cotiza a 60 euros, por lo que su PER es 15 (60 / 4 = 15)

  • Empresa B: Su capital social está compuesto por 800.000 de acciones y tiene un beneficio neto de 2.000.000 de euros. Por tanto, su BPA es de 2,5 euros (2.000.000 / 800.000 = 2,5). Además cotiza a 50 euros, por lo que su PER es 20 (50 / 2,5 = 20).
La empresa A decide comprar a la B y los accionistas de ambas empresas acuerdan realizar una fusión, en la que se establece una ecuación de canje de 5 acciones de la empresa A por cada 6 de la empresa B. 5 acciones de la empresa A cuestan 300 euros (5 x 60 = 300), lo mismo que 6 acciones de la empresa B (6 x 50 = 300). En principio ninguno sale perdiendo, ya que los accionistas de la empresa A se quedan con las acciones que ya tenían y los de la B reciben unas acciones nuevas que valen lo mismo que las que ya tenían. Pero hay que analizar qué pasa con el BPA :

La empresa A tiene que emitir 666.666 (800.000 / 6 x 5 = 666.666) acciones nuevas para entregárselas a los accionistas de la empresa B a cambio de sus acciones, por lo que su capital social pasa a estar compuesto por 1.666.666 acciones. Las 800.000 acciones de la empresa B dejan de existir al realizarse el canje de acciones y todos los activos que pertenecían a la empresa B (fábricas, inventarios, empleados, dinero en efectivo, etc.) pasan a ser propiedad de la empresa A.
El nuevo beneficio neto de la empresa A pasa a ser de 6.000.000 euros (4.000.000 de la A “antigua” + 2.000.000 de la B), por lo que el BPA de la nueva empresa es 3,60 euros (6.000.000 / 1.666.666 = 3,60).
En principio los accionistas de la empresa A han salido perdiendo , ya que han pasado de tener un BPA de 4 euros a uno de 3,6 euros. El cálculo para los de la empresa B es un poco más complicado. Por cada 6 acciones de la empresa B tenían un beneficio de 15 euros (6 acciones x 2,5 (BPA de la empresa B) = 15). En lugar de esas 6 acciones de B ahora tienen 5 de A, a las que les corresponde un beneficio de 18 euros (5 acciones x 3,6 (BPA de la empresa A después de la fusión) = 18). Por tanto, los accionistas de la empresa B han salido ganando .
Pero lo normal es que si 2 empresas se fusionan tengan un beneficio conjunto que sea superior a la suma de los beneficios de las 2 empresas cuando existían de forma independiente. Esto se debe a las sinergias, ahorros de costes, nuevos proyectos que antes no podían realizarse por el tamaño insuficiente de las empresas, etc. En caso contrario no tiene sentido que se realice la fusión, aunque a veces se lleven a cabo este tipo fusiones que aumentan el tamaño de la empresa pero no la rentabilidad de sus accionistas.
Para que a los accionistas de la empresa A no les perjudique la fusión el BPA de la nueva empresa deberá seguir siendo de 4 euros (BPA de A antes de la fusión), por lo que el beneficio total de la empresa deberá ser de 6.666.664 euros ( 4 x 1.666.666 = 6.666.664). Estos 666.664 euros de beneficio extra deben conseguirse mediante sinergias entre ambas empresas, ahorros de costes, nuevos proyectos, etc.
Si la nueva empresa obtuviera este beneficio neto de 6.666.664 euros el resultado para los antigüos accionistas de B sería aún más favorable; por cada 6 acciones de la empresa B tenían un beneficio de 15 euros (6 acciones x 2,5 (BPA de la empresa B) = 15). En lugar de esas 6 acciones de B ahora tienen 5 de A, a las que les corresponde un beneficio de 20 euros (5 acciones x 4 euros (BPA de A con un beneficio neto de 6.666.664 euros) = 20)
Lo ideal es que los accionistas de A no se queden como estaban (con un BPA de 4 euros), sino que también salgan beneficiados . Para ello, la “nueva” empresa A debería ontener un beneficio superior a esos 6.666.664, con lo que su BPA sería superior a los 4 euros que tenía antes de la fusión.
Lo normal es que, como sucede en este ejemplo, las acciones de la empresa comprada (la B en este caso) salgan más beneficiados que los de la empresa compradora (la A en este caso). Tambien es normal que los ahorros de costes, sinergias, nuevos proyectos, etc. tarden más de 1 año en materializarse (en el ejemplo se ha supuesto que su efecto era inmediato para simplificar los cálculos y dar claridad) y por eso el BPA de la empresa compradora (A) caiga inicialmente. Si la fusión está bien diseñada y los objetivos se cumplen el BPA de la compradora (A) saldrá beneficiado de la operación al cabo de 2-3 años. Esta es la principal razón de que al anunciarse una operación de este tipo las acciones de la empresa comprada suban (su BPA sube desde el primer momento) y las de la compradora bajen (su BPA cae inicialmente hasta que los planes de la fusión se ejecutan y dan el resultado esperado al cabo de 2-3 años).
No todas las fusiones están bien diseñadas ni se ejecutan de forma satisfactoria. Si el BPA se ve perjudicado de forma permanente por la fusión la operación habrá hecho ganar tamaño a la empresa pero a la vez habrá reducido la rentabilidad de sus accionistas.
Como ejemplo de fusión negativa para los accionistas se puede citar la de Daimler con Chrysler . La operación fue impulsada por Daimler y sus accionistas se vieron tan perjudicados que 9 años después de realizarse la fusión Daimler tuvo que deshacerse de Chrysler (asumiendo una gran pérdida) como mal menor y sin haber conseguido los objetivos que se propuso en el momento de la fusión.
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